sábado, 17 de abril de 2010

Tengo una espina clavada en el alma, un dolor perpetuo que siempre me acompaña. Tengo una sombra creada a partir de un manto de lágrimas amargas.
Tengo un vacio negro en el pecho donde no hay ni principio ni fin. Tengo ojos sin vida, boca sin palabras. Tengo pasos cansados y un cuerpo flagelado.
Tengo un agel de la guarda con las alas rotas, tengo una suerte que nunca me alcanza, una vida demasiado larga y un sufrimiento que no termina.

No hay comentarios: