Hoy al mirarme en el espejo lo supe, ya no había alma, ni corazón tampoco, solo rastros de ojeras moradas que duelen con solo mirarlas, un cuerpo malherido y cansando, lágrimas lamiendo mi piel para dejar fluir al dolor; dolor que quema y que arde en el vacío de mi pecho incansable, salvaje, inextinguible...
Vestirse y sentirse aun desnuda por abrirte y entregarte, sin disfraces, sin miedos, simplemente porque arriesgarse valía la pena; o eso me dijeron una vez... Entregarse a una mentira, a una cobardía que mata y hiere a aquellos que intentan amarla... a aquellos que son sinceros, justos y buenos, aquellos que siempre terminamos mal por ser como se debe ser... sentir verguenza al tocarte, sentirte ultrajada, utilizada... sentirse la ramera barata de un ser sin escrupulos, sin piedad y mi unico error... querer.
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