viernes, 2 de abril de 2010

Hoy al mirarme en el espejo lo supe, ya no había alma, ni corazón tampoco, solo rastros de ojeras moradas que duelen con solo mirarlas, un cuerpo malherido y cansando, lágrimas lamiendo mi piel para dejar fluir al dolor; dolor que quema y que arde en el vacío de mi pecho incansable, salvaje, inextinguible...
Vestirse y sentirse aun desnuda por abrirte y entregarte, sin disfraces, sin miedos, simplemente porque arriesgarse valía la pena; o eso me dijeron una vez... Entregarse a una mentira, a una cobardía que mata y hiere a aquellos que intentan amarla... a aquellos que son sinceros, justos y buenos, aquellos que siempre terminamos mal por ser como se debe ser... sentir verguenza al tocarte, sentirte ultrajada, utilizada... sentirse la ramera barata de un ser sin escrupulos, sin piedad y mi unico error... querer.

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