lunes, 31 de marzo de 2008

Frente a una pantalla en blanco

Es mucho más fácil sentarse ante la pantalla en blanco y dejar que las palabras se formen en la mente mientras observo que la página sigue en blanco, así no siento miedo de que ningún secreto se desvele, así mi alma persiste tranquila sin que nadie pueda llegar a alcanzarla, tocarla, acariciarla… si tengo que sufrir prefiero que sea en soledad, en algún rincón que nadie conozca, donde pueda acurrucarme y llorar sola sin que la lástima ajena pueda hacerme sentir aún peor, donde la hipocresía de la gente, la crueldad y el interés no pueda alcanzarme, quiero estar lejos de todo y de todos.
Me gustaría despertar cualquier día y ver que no hay nada más que yo y mi propio dolor, quiero despertar mañana mismo en soledad poder gritar que ya no puedo más, llorar hasta morir sin que nadie pueda mirarme y regocijarse, que no exista nada ni nadie que pueda hacer aumentar ese dolor que se escondo en cada pliegue de mi cuerpo frío y cansado. Quiero estar sola ya que el dolor que me obliga a permanecer arrodillada me lo han causado otros, porque debería morir yo si lo que siento no es mi culpa, si mi desgracia es escrita por otros y mis lágrimas vertidas tienen nombre y apellidos.
Quiero escapar a mi mente donde existe un lugar donde no se distingue la noche ni el día pues esas cosas carecen de importancia, es un lugar donde no hace falta hablar para entenderse pues una pequeña mirada basta para saberlo todo, donde el olor es a jazmín fresco y nunca acaba viaja a través del tiempo y el espacio para embriagarlo todo, incluso los pensamientos huelen a jazmín... Lo mejor de ese lugar sin duda es que puedes llorar y sangrar por cada centímetro de tu cuerpo, aunque también en soledad, escondida de miradas morbosas. Quiero cerrar los ojos y sentir en silencio como el dolor ascendiente hiela mi cuerpo para luego sentir su calor húmedo derramarse por mis mejillas hasta besar mi barbilla, quiero dejar escapar mis pesadillas en susurros que aleje y teja el viento hasta convertirlos en una canción de nana a la espera de acunarme en mi último viaje, cuando el descanso me alcance y pueda sentir después de tanto tiempo un poco de paz o por el contrario no sentir nada, cualquier opción es mejor a este pesar eterno que me consume las carnes.
Quiero que el abrazo del invierno eterno de ese mundo abrace mi cuerpo y pinte mi piel en tonos grises, que mi pelo se vuelva blanco y que mis mejillas adquieran el color del mármol, para que todo mi cuerpo se sienta en armonía con mi alma, para ser más como una estatua inerte en el paso del tiempo sin pesares ni condenas dolorosas, padeciendo la erosión del tiempo pero sin sentirla, tener mi vista clavada en una estrella y no ver más allá. Quiero que mi sangre se endurezca hasta reventar mis venas que salga el dolor y se convierta en piedra, que mi corazón de su último latido y con el salgan todas las espinas, y así, sin sentir algo quizá, no habrá espacio para que alguien pueda desear amarme, no habrá compasión y cualquier esperanza de amor que albergara seria esporas en el aire. Quiero que mis pies se detengan en un ultimo paso para no tener que caminar nunca más con desgana, en un mundo en el que no tengo un sitio y sintiendo que no puedo avanzar porque me arrastra una corriente de miedos y angustia. Quiero que mis brazos se claven a los lados pues estos son los únicos sinceros y eternos que me han tocado siempre, y lo deseo así por siempre jamás.

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